lunes, 22 de noviembre de 2010

La esquina del recuerdo que brilla

Era una noche en que el corazón cada día latía más fuerte por todo aquello que estaba lejos y que intentaba contarte como quería tenerte tan cerca para susurrarte lo que no me dejaba dormir en la noche y lo que me tenía en sueños durante el día. Era tu risa, era la verdad, era el abrazo que no me podías dar el motor para continuar y esperar hasta un día poder decirte de frente todo lo que te dije y guardamos en la azotea de la ciudad de los sueños que se cumplieron en una tarde bajo tus brazos, promesas y la más sincera confesión. Era hoy cuando en un salto apresurado te dije: hazlo de una vez, ¿recuerdas?

Pasaron los días hasta que llego un helado mediodía, cruzando los tráficos del continente de la ciudad, bajando apresurada del automóvil a encontrarme con todo lo que había esperado una vida. Correr entre los pasillos llenos de la luz del lugar, atravesando los roperos, la gente, la seguridad, subiendo y bajando escaleras, corriendo por los lisos pisos, hasta doblar a la derecha y encontrarte cabizbaja distrayéndote por mi atraso. Llegar por detrás y esperar no ser sorprendida por un golpe de protección prudente y saludarte con tanta timidez que no me cabía por las mejillas. Nunca te conté que derramé lagrimas a los metros de tu primera partida. Era la impotencia de creer de que nunca volverías aun sabiendo que te volvería a ver. Era los precios de la fantasía en la realidad de nuestros caminos. Era mi impotencia de no poder decirte con todo lo que tenía lo que rebosaba en mis ojos y palabras mudas cuando veía tus ojos sobre mis ojos. Era la gente y la ciudad, era el mundo que tuvimos que inventar para poder encontrarnos y sellar el destino que quería construir con tus manos en mis manos. Volviste en la tarde y volví a respirar. Eran las historias coincidentes, las listas absurdas de ellas, el tímido beso del temor y la emoción juntas. Juntas y apartadas en el escenario del lugar.

De las cosas más agotadoras, quizá no hay más como la de amarte con palabras. Gastaba las mañanas pensando en que volverías y el universo crecía con sus personajes, su galaxias y constelaciones, cada una nombrada bajo nuestros secretos, que rompieron su sello cuando pude robarte un suspiro de tus labios. Una, dos, tres, cuarto, cinco, seis, siete veces y más hasta esperar que te fueras otra vez. Siempre te ibas y dejabas tu fantasma para acompañarme en las noches mientras salías a perseguir tus sueños y mi mente te perseguía a ti. No te asustes, que no te contaré como la vida pendía de un hilo en recordar que los meses pasarían por encima de lo nuestro, así como los caminos que habríamos de tomar iban por rumbos irreconciliables, casi hasta hoy. De lo último que quedaba, te doy lo último que me salva. El secreto sigue aun cuando de noche en noche a veces pienso que nunca nos fuimos, que arrasamos escenarios, visitamos las ciudades, dormimos en una azotea, amando con palabras, amando con historias, amando con una mano sobre la otra. La cima del mundo está donde nadie supo sino tú y yo. Ahora la cima del mundo se ha removido, se convulsionó toda la tierra, los paradigmas se me saltaron de lugar. Y te encuentro, quizá en un valle de la sonrisa, quizá en la promesa de la compañía en los versos, quizá en la mitad de una pesadilla con interludios de paz, en la paz que el mundo no puede dar.

Y ahora, ¿con qué más palabras te puedo amar sino con la verdad de mis tiempos y de tus tiempos? Aceptemos que por algo los caminos divididos están fragmentados en los pocos momentos de encuentros al hablar. Partículas de oro bruto que te cuelgas en el cuello por las mañanas cuando piensas en noviembre, robadas por la tormenta de mi cabeza, recuperadas para el aniversario de los hechos. Y busco enredarte para que no dejes de pensar y que pueda, entonces, estar ahí. Soy un sueño, soy un aire, soy un fantasma de lo que espero puedas encontrar mil veces mejor en la vacante de tu compañía. Imperfecciones, miles. Pero procuro rescatarlas por lo alto y cuando recuerdo que me recuerdas lo alto. Gracias por todo. Amor de noviembre, amor de la vida.