Una joven encuentra por el piso y las paredes señales no muy claras de algo que no está, que no existe, pero que se siente, que su inconcebible psiquis percibe y los otros quizá no. Seguida la estúpida paranoia de una recolección de cadena instantánea mental, el dulce avión, estable y seguro, que transportaba a la niña en su viaje sin escalas en el sueño del amor, calificado de verdadero y pacificador como ninguno otro, sufrió una turbulencia que casi toca el suelo. Por supuesto, el vértigo del momento, desordenó el poco orden que había.
Acto seguido, quiere vaciarse en cualquier medio físico que halle, sea el golpe inmaduro a la pared, sea desquitándose en la letra de una inmadura canción, sea desruyendo inmaduramente sus sueños mentales y enterrarlos en el cementerio en un arranque netamente hormonal. Pero, no. La niña ya es grande, no quiere entrar en riñas, menos en disputas, eso no se oye de niñas. Se toma un minuto para respirar, camina lentamente resonando sus pasos en el mármol y suenan cuerdas en su cabeza un requiem para el corazón. Pobre, pobre, que aprieta los labios, toma asiento en el sillón grande y frío, continúa el flujo de la cadena reconectando todo de lo que se puede dudar acerca de todo lo que creería tan cien por ciento verdadero. Aprieta las manos contra los cojines, cierra los ojos, y se contiene porque la niña ya es grande...
Y, pues, sí...
Ciertamente, no fue un diluvio solamente porque la niña esa tarde había sufrido una descompensación hídríca en el tránsito y clima del pueblo infernal. Arrojo su rostro contra el cojín y dejaba que los pulmones y los ojos hablarán y hablarán oscuramente entre sollozo y sollozo, pausado y cauteloso. Yo digo que fue el susto de la caída, de la turbulencia. Era miedo encontrado con ira, decepción y otras emociones inmaduras. Ay, mi muchachita. Pero fueron breves los minutos de intensidad antes que se parara de nuevo y tomara un aire de descanso. ¡Oh! ¡Pero momento, momento! Llega un fantasma del más acá, no está tan allá porque le dio flojera irse tan lejos. El fantasma, su fantasma: su no tan viejo yo.
Niña: No me digas que me oìste
Viejo yo: No. Namás con verte tengo para saber, querida.
Niña: Ash *moco* bueno, ¿qué rayos qué sepas? Cómo si te pudiera mentir...
Viejo yo: Tampoco te hagas, nada más ya porque no eres yo, no se te van todas las mañas, ¿eh, mujer?
Niña: (voltea el rostro) Tú no podrías entender (suspira) Pasate lo mismito hace unos 6, ¿7 meses, no? Pero era muuuuy distinto, y no me lo puedes negar.
Viejo yo: Ni me acordaba, tú. ¿Qué loco, no?
Niña: Loca estabas tú, y bien que lo estabas. En cada pinc... perdón, en cada problemón que nos metías y si te deje morir, no fue por nada o por nadie.
Viejo yo: Hey, pero bien que-
Niña: Sí, sí, ya sé. Pero que no te haya resucitado por alguien ya es otra cosa.
Viejo yo: No, pues, ahora tan cambiante, tan renovada, tan nueva que me 'salistes'. No, no es mala onda, pero tú sabes yo como leo las cosas con estos ojos.
Niña: Y eso era un problema bastante pesado.
Viejo yo: Y, ¿por qué tenía que serlo?
Niña: ¡Oh! ¿Cómo qué porqué? Soñabas cosas hermosas y nunca le querías dar ese nombre, no les daba seguimiento, te excusabas, y te daba pereza existencial. Nunca te esforzabas por nada; todo era por alguien y mira como te resultó eso. Sí, admito, sabes contemplar las cosas más extraodinarias, pero todo era con un lente oscuro y empañado. Con humo en la boca, con burlas oscuras, con ambientes no tan livianos. Todo tenía que ser gris en algún punto. ¡Disfrutas ser gris! Es hermoso...e igual de desastroso.
Viejo yo: Era real. Quería parte y vivir sin limitaciones la verdadera realidad. Y no estoy redundando. En mitad de todo eso, puedes crecer más y puedes resultar fuerte. (Prende cigarillo) Si todo era descarado, (sale humo) sabías a que atenerte.
Niña: (Voltea y mira fijamente) Y no eras feliz. No te fuiste porqué estuvieras en un carnaval de luces y colores prescisamente.
Viejo yo: ¿Te das cuenta que estamos diciendo puras pendejadas que ambas ya sabemos y es medio 'chafón' repetir cosas como que el agua moja?
Niña: Seh, pero hace rato no hablamos.
Viejo yo: ¡Pero es que no hay nada que hablar! Si hace rato no venía, era por eso mismo, ¿para qué carajos?
Niña: Supongo, (tose) disculpa, ¿puedes apagar eso?
Viejo yo: Disculpe usted. (Tira al piso y pisa la colilla) Costumbres.
Niña: (Pausa y mira al piso) Y, bueno, ¿a qué vienes entonces? Porque no fue a limpiarme la cara, llevarme a la cama, arroparme y contarme un cuento.
Viejo yo: Seré cabrona y lo que quieras, pero sabes que puedo hacerlo. No me tienes que tirar tan duro. No, pero no vengo a eso, bien sabes.
Niña: (Abre los ojos y pregunta con la mirada) ...!
Viejo yo: ¡Pues, mira nada más como te pusiste! Estabas bien y ya bastante rato. Sí, te agarraban tus bajones pero los normales pero éste no me lo esperaba. Andabas feliz, mujercita, así de esas felicidades que no te las quita nadie y la persona que te hace feliz es incapaz de hacerlo. (Le toca el rostro) ¿Qué pasó, cosita?
Niña: (Quiebra voz) ¡Pues eso mismo! ¡La persona!
Viejo yo: ¿Te hizo algo? No, no, no, espera. No hizo nada, ¿ese es el problema?
Niña: Neh, tampoco. Me han tratado como princesa, así con toda la cosa. Es lo mejor que he tenido. Definiendo 'mejor' como lo más distinto, tranquilo, respetuoso, cariñoso y no exagerado que he tenido. Se puede decir 'real'.
Viejo yo: ¿Así como esas cosas que nos pintaban en la clase de ética de cómo debían ser las relaciones y la cosa?
Niña: Así mero. ¿Te acuerdas que nos la pintaban así y nos daba como 'weba'?
Viejo yo: Seeeh
Niña: Ay, pero, no, tú sabes que no nos daba eso, era más bien que creeíamos que no nos iba pasar así y nos entraba la maldita negación y terminábamos con el estonoesparamí.
Viejo yo: (Hace ojitos) So?
Niña: Pues, mensa, era exactamente lo que necesitábamos. Sanidad, paz, llevar las cosas con tiempo. Sentir que eso te da un crecimiento espiritual, no que gastes tu persona tratando de ser otra para impresionar. Que realmente te quieren como eres, con o sin querer impresionar.
Viejo yo: Mi amor, no habìa fe en eso porque sabes que antes nunca nos funcionó.
Niña: Gente mugre que no nos supo apreciar así, fue eso. Nada contra los ex-amores.
Viejo yo: No, nada contra ustedes.
Niña: Pero si nos iba mal cuando éramos nosotras mismas.
Viejo yo: ¡No es cierto! Yo creo que era totalmente por lo opuesto. ¿Cuántas veces...? Bueno, ni cabe la pregunta de la cual sabemos la respuesta. Nunca o pocas veces éramos nosotras. No nos tenemos (señal) ésto del famoso amor propio. Autoestima, etc.
Niña: Tampoco tanto. Acuérdate todo los problemas que había en casa y eso. Yo creo que si nos quisimos lo suficiente para alejarnos y darnos algo mejor.
Viejo yo: No podemos dejar te tapar que eso fue lo que dejó una mancha bastante gris en toda la mente. Namás que no nos gusta contarlo.
Niña: No nos gusta pero bien que lo hacemos. (Tuerce cabeza) Bueno, en cuestión, yo, yo nueva, siento que por primera vez soy ampliamente honesta con lo que soy, con lo que me gusta, con lo que hago. Que entre más me muestre sin pretenciones, más atractiva resulta y eso mismo tampoco me apura a ser así.
Viejo yo y Niña: QUE ERES PARA TÍ.
Niña: Y me doy permiso de ser sencilla en expresar lo que siento; tú te echabas unos rollos bien acá bohemios-exóticos-sufridos-cortavenas-estirados como creyendo que entre más elaborado era, más harías creer a la persona de lo que eres capaz y no es así. Así no funciona.
Viejo yo: Pero me quedaban padres.
Niña: En fin, pero hay un problema que me dejaste pegado. Pensé que te lo habías llevado pero ahí se quedó.
Viejo yo: ¿Cuàl?
Niña: Poner las personas en un pedestal y se te olvidan que son personas. Es mucho más sencillo decepcionarte así.
Viejo yo: ¿Acaso te decepcionaste?
Niña: ¡No!¡No! No tanto así, pero vieras, es una persona de la que no esperas esas cosas. La admiro demasiado, y bueno, en verdad, nunca me ha dado motivos REALES para pensar otra cosa. Sí, hay cosas mínimas que quisiera cambiar, pero no le tomo tanta prioridad como antes. No es mi todo, como era antes, que te desvivías por cualquier detalle. Antes, a veces yo siento que soy la persona 'chafa' en algunas cosas en cuanto a ser íntegro y todo eso.
Viejo yo: ¿Me vas a decir que hizo o no?
Niña: Me omitìo algo (agacha cabeza) de una manera u otra, sientes que te mintieron.
Viejo yo: ¿Y tú cómo sabes?
Niña: Leí algo...por ahí.
Viejo yo: ¡ESO LE PASA POR SAPA!
Niña: Pero me cayó de por ahì, ¿qué hago? ¡AH!
Viejo yo: Entonces...ahí te diste cuenta que es persona y que puede tener defectos. Gran cosa.
Niña: Yo se lo espero a cualquiera, pero no a aquella persona. Desconfías muy fácil de cualquier otra cosa, aunque sabes que no es así, y te agarra esta paranoia. Nunca pensé que fuera a llorar. Fue un golpe. Me tumbaron el pedestal y me dio donde más me duele.
Viejo yo: (Mira de reojo) Tú no eres exactamente una santa para sentirte traicionada moralmente.
Niña: No...no lo soy, pero sí una cosa tengo segura. Desde que comenzó todo esto, una cosa que repetí era que no quería dejar de ser honesta. Que cualquier cosa que quisiera saber, lo haría saber. Contarle todo lo que eres, y no me avergüenza.
Viejo yo: Ah, pues, gracias; al menos no me recuerdas con tanto desprecio.
Niña: No, nunca lo hago. Pero si me alegro tanto que ya no soy tù. Y no me avergüenza porque sé que no quiero volver a repetir conductas anteriores. Aunque esta noche, eso valió un poquito madres; lloré por cosas del amor, eso no tenía que volver a pasar.
Viejo yo: Momento. Sí, andas con tu onda de cosas nuevas y que nada del pasado te va a tocar. Pero...no me puedes negar que ésto va en tí de sangre. Está rayado en tu disco que si no hay un poco de aflicción, es como si no tuviera sentido. Bueno, sentido no, pero parece un sueño extraño que arraigamos el de sentir emociones tan altas como bajas, que de vez en cuando nos rompan el corazón. Vamos, yo te he visto, adoras a esta persona. Tanto así, que no te permites de nuevo derramar gris sobre ella. Le amas en verdad.
Niña: (sonríe)
Viejo yo: Pero, por favor, no te mientas, no le das chance de que tiene sus defectos, no le puedes poner en un pedestal como comenzabas a hacer. Un día vendría cualquier cosa, me imagina que bien pequeña esa cosa, conociendonos que cualquier detallito nos llega, y entonces, en la sacudida, su fina figura de mármol, que parecía indestructible, se quiebra. (Se sienta en las piernas de Niña) Estabas arriba. Perfecto. Estabas estable. Genial. Son humanos. Se te olvida.
Niña: (deja caer la última lágrima)
Viejo yo: Esta noche, déjalo salir todo. Envìdeate un poco, si quieres, pero luego suèltalo. Si tú crees lo malo, eso sucederá. Y ya no le sigo porque te sabes el resto.
Niña: Ok. ¿Te vas a quedar esta noche?
Viejo yo: No lo sé, ¿crees que le agrade?
Niña: (encoge hombros) No queda solo que averiguar.